Nuestra Escuela

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miércoles, 25 de mayo de 2011

ESTRUCTURA INTERNA DE LA TIERRA

Al menos dos elementos serían comunes a la Tierra y a los demás planetas del Sistema Solar: (a) la estructura interna diferenciada en una serie de capas concéntricas, reflejo de una génesis común, relacionada con procesos de aglutinación por efectos de la gravedad a partir de una nebulosa; (b) la edad, que corresponde a la del sistema planetario en su conjunto, alrededor de 4.570 millones de años (Ma). 
La estructura interna de los planetas y satélites extraterrestres se conoce por medio del estudio de los campos magnéticos y gravimétricos respectivos, que son reflejo de las propiedades magnéticas de las rocas superficiales, en el primer caso, y de la masa total del cuerpo, en el segundo. A la vez se realizan modelos en los que se infiere la distribución de masas profundas en función del tipo de rocas supuesto en la superficie y a partir de la señal magnética y de la masa total inferida por la gravedad.
El conocimiento de la estructura interna de la Tierra también es indirecto. Al producirse un







terremoto, las oscilaciones generadas a partir de su foco se desplazan por el planeta y son detectadas en superficie por los sismógrafos. Al determinar las velocidades de propagación de las ondas en las distintas profundidades de la Tierra, se tiene una idea de las densidades de los materiales atravesados.


Cuanto más denso y rígido es el medio en el que una onda sísmica se transmite, mayor es la velocidad con que lo hace. La estructura de muchos planetas, entre ellos la Tierra, corresponde a una serie de capas concéntricas progresivamente más densas, desde la superficie hacia el centro. Se detectan variaciones de densidad abruptas, lo que permite diferenciar seis capas concéntricas. La más superficial corresponde a la atmósfera, única capa gaseosa del planeta. Después se ubica la hidrósfera, correspondiente a los medios líquidos superficiales. Luego se ubican la corteza y el manto litosférico (ambas capas forman la litósfera). Existen dos tipos de cortezas: la continental y la oceánica; esta es levemente más densa que la anterior y se produce en las dorsales centro-oceánicas a medida que las placas se separan.

Los espesores de la corteza son altamente variables: la corteza oceánica posee un espesor relativamente constante de 6 a 8 km, mientras que la corteza continental es de unos 35 a 40 km en las zonas cercanas al nivel del mar y de hasta 70 kilómetros bajo las montañas más altas.
La litósfera en su conjunto representa a las placas que se desplazan, se separan y colisionan. Su base es la isoterma de 1250 ºC. Por debajo de ella se desarrolla el manto astenosférico, similar al litosférico, pero no forma parte de las placas móviles de la Tierra.

Esta temperatura provoca que un 1,5 % del manto se funda, generando un patín sobre el que las placas litosféricas "navegan" (este es el nivel más superficial donde el progresivo aumento de la temperatura provoca una fusión parcial del manto). Este hecho define un rasgo peculiar de la Tierra relacionado con grandes desplazamientos superficiales de placas litosféricas: los espesores de la litósfera varían entre 100 y 150 km bajo los continentes, y entre 70 y 100 km bajo los océanos.
Finalmente, el núcleo posee dos partes distintivas: la externa es líquida y la interna es sólida; ambas presentan una composición similar y equiparable a una aleación de hierro y níquel.


Ver: LA VIDA EN LA TIERRA







Autores: Dr. Andrés Folguera (UBA y CONICET), Dra. Marcela Cichowols (UBA y CONICET), Dr. Víctor A. Ramos (UBA y CONICET) y Dra. Beatriz
Aguirre Urreta (UBA y CONICET) | Coordinación Autoral: Dr. Alberto Kornblihtt (UBA y CONICET)








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