Nuestra Escuela

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viernes, 25 de marzo de 2011

ASÍ EN EL MAR COMO EN LA TIERRA



Los animales, viviendo a gusto en la naturaleza, suelen cumplir con una serie de rutinas que a primera vista parecen raras y sin sentido.Muchas veces recurren a "médicos" pertenecientes a otra especie. Eso es lo que hacen los rinocerontes y los grandes antílopes: dejan, con infinita paciencia, que los pájaros "picabuey" les picoteen sin descanso el lomo.


De esa forma se liberan de todo tipo de huéspedes molestos, como son las garrapatas y otros parásitos alojados entre los pelos del lomo. A las aves, estos picnics les reportan comida abundante y seguridad absoluta, ya que nadie las puede atacar mientras están posadas sobre el lomo de esos anfitriones tan poderosos.

Hay un ave zancuda africana, el pluviano del Nilo, que realiza una tarea muy difícil, hace las veces de dentista.


Instalada en la boca abierta de los cocodrilos, extrae de los dientes de sus huéspedes los restos de comida, evitando la aparición de gingivitis y abscesos de la bocaza de esos reptiles.




También hay unas coloridas ranitas que cumplen ese preventivo oficio de odontólogo, y son familiares en el sur argentino, unas golondrinas que picotean su almuerzo entre las mandíbulas de los desmesurados elefantes marinos.





El mero, un pez de gran tamaño y carne deliciosa que habita las cálidas aguas que van desde el Mediterráneo a las Antillas, se hace limpiar las branquias con los labios de pequeños peces que esperan en las rocas hasta que su gran congénere le solicite los servicios.





En Australia, hay aves con costumbres más que extravagantes: toman baños de hormigas. Se revuelcan sobre los hormigueros, levantando las plumas, de modo que los insectos, irritados, lanzan su veneno (ácido fórmico) que mata los parásitos que tienen en la piel.



Los peces se frotan contra la anémona de mar para inmunizarse contra su veneno. En el intercambio, el pez le quita los parásitos a la anémona.

¿Cómo alcanzan los animales estos conocimientos? Pfeffer lo explica así: "Los animales están educados para esto. Cuando todavía son muy pequeños, las madres les enseñan a reconocer los vegetales curativos, los alimentos benéficos y las plantas venenosas. El elefante hembra, por ejemplo, mastica hojas que enseguida pone en la boca de su cría para que aprenda a distinguirlos. Hay, además, un aprendizaje individual y empírico. Ciertos vegetales venenosos, por ejemplo, no alcanzan a matar a los animales, pero los descomponen. Una sola experiencia de este tipo bastará para que no vuelva a comer esa planta".
Las lecciones suelen llegarle al hombre desde extraños lugares, saber aprovecharlas es otro aprendizaje, no menos apasionante.

Fuente: Vida Verde











2 comentarios:

Julie Sopetrán dijo...

Qué maravillosa entrada, y cuanto se aprende de ella. Gracias.

Elsa dijo...

Hola querida Julie! Gracias por dejar tu comentario...me alegra que te haya gustado, siempre lo que persigo es que de todos aprendamos algo.Yo he aprendido a valorar la poesía gracias a tu trabajo.
Un abrazo!

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