Hay un viejo proverbio árabe que dice:" Todas las cosas le temen al tiempo, pero el tiempo le teme a las pirámides".Los beduinos que partían en invierno desde las orillas del Nilo para internarse en las profundidades del desierto, veían emerger a las pirámides entre las nubes de vapor suspendidas sobre el horizonte sin entender las razones de su fantasmal presencia. Fueron ellos quienes inventaron la leyenda de su origen mágico, sin comienzo ni principios. Pensaron que estaban allí desde siempre. Y deslumbrados, llamaron a la mayor de ellas Khout: la Brillante, sinónimo de Dios. Inútiles sepulturas de piedra, sus masas gigantescas aún asombran a los hombres modernos; que no alcanzan a descifrar del todo las razones de su eternidad. Los antiguos las incluyeron entre las Siete Maravillas del Mundo y son las únicas de ellas que aún existen.
Vía:Planetabenitez
De las otras seis sólo quedan sus nombres, el relato de sus magnificencias, sus curiosas leyendas y la historia de su aciaga destrucción. Habían sido construidas para superar las edades, pero no lograron trasponer los límites de su época. Envueltas muchas veces en el misterio, acabaron por transformarse en un mito.
Calímaco de Cirene(Vía:La biblioteca de Alejandría)
Vía:Planetabenitez
De las otras seis sólo quedan sus nombres, el relato de sus magnificencias, sus curiosas leyendas y la historia de su aciaga destrucción. Habían sido construidas para superar las edades, pero no lograron trasponer los límites de su época. Envueltas muchas veces en el misterio, acabaron por transformarse en un mito.
Calímaco de Cirene(Vía:La biblioteca de Alejandría)
Todo empezó cuando un bibliotecario de Alejandría, llamado Calímaco de Cirene (305-240 a.C.) escribió un librito titulado Una colección de maravillas terrestres a través del mundo. Ninguna de sus páginas llegó hasta nuestros días, pero se sabe -por citas de otros autores- que describía con toda precisión una serie de grandes monumentos a los que consideraba perfectos de toda perfección. Hombre sedentario, poco amigo de alejarse mucho de su amada ciudad, narraba sólo lo que había leído y lo que le habían contado numerosos viajeros. El primero que dio una lista completa de las Siete Maravillas del Mundo tal cual las conocemos ahora fue Antipater, un poeta griego nacido en Sidón cien años después de la muerte de Calímaco.
En un breve poema de apenas ocho líneas se admira de las grandes obras del hombre. Cita a las seis que él considera únicas y maravillosas: los jardines colgantes de Babilonia, las pirámides de Egipto, la estatua de Zeus en Olimpia, el coloso de Rodas, el mausoleo de Halicarnaso y el templo de Diana en Efeso. Más adelante, en algún momento del siglo I a.C., alguien agregó el faro de Alejandría a ese repertorio, para completar las siete.
Tanto Calímaco como Antipater habían usado la palabra griega theamata ("cosa que debe ser vista"), que los copistas de la Edad Media transformaron en thaumata ("maravilla"), dando origen-sin quererlo-a uno de los mitos más persistentes de la historia. Un artista holandés, el grabador Maerten van Heemskerck (1498-1574) fue quien fijó la lista definitivamente, tal cual la conocemos ahora, al publicar una serie de dibujos titulados Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Desde entonces, la fama de estas obras magníficas fue creciendo hasta alcanzar la categoría de leyenda.
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